(7) De Miuraguchi a Totsukawa y ascenso al monte Miuratoge (3ª etapa)

Se esperaba una etapa dura y lo fue, pero quizás por debajo de las expectativas (afortunadamente). Los 700 metros de desnivel que se superaron en los primeros cinco kilómetros asustaban (y mucho) a priori, pero la sangre no llegó al río. El coñazo inesperado fueron los siete kilómetros finales antes de llegar al hotel Subaru, nuestro alojamiento, trotando sobre asfalto.

Provocó varias ampollas y un agobio general.

En compensación comenzamos por primera vez en todo nuestro itinerario a ver pueblecitos que, en general, se les ve como un poco en el siglo pasado, casas muy sencillas, galpones estilo jalisia…

Saludamos a todo quisqui, pues nuestro japonés avanza a pasos agigantados:  Konnichiwa (Hola), Arigato (Gracias), Ohayou Gozaimas (Buenos Días), Oyasumi Nasai (Buenas Noches) y ya somos expertos en reverencias reverenciales, todo el día doblando el espinazo y sonriendo…. Que va a ser verdad, como dice alguno, que nos estamos mimetizando.  

A algunas de las imágenes del camino les ponen hasta gorros y  abriguitos.

Este era nuestro picnic de hoy, aunque no nos gustó demasiado porque el arroz nos tiene un poco cansados.

La O'Neill observa atentamente el panorama haciendo gala de manejo de los palillos. Ya casi somos unos expertos aunque a veces hay vueltas atrás.

Este es el sitio donde paramos a comer

Hasta ahora teníamos algún pequeño problema con el desayuno, porque tomar pescado en lugar de café, como que no apetece mucho y menos el arroz ese engrudoso…. Total que tras diversas gestiones complicadas, otras cuantas reverencias y muchas sonrisas hemos conseguido que donde tienen pensado arroz pongan pan y donde había otras cosas raras pongan cafecito, mantequilla y mermelada….con lo cual hemos mejorado bastante.

En esta etapa ascendimos a un monte de inquietante nombre, MIURATOGE y la verdad es que salvo el último tramo fue más llevadera que la del día anterior.

Los 700 metros cayeron paseniñamente a lo largo de tres horas de subida y al llegar arriba la temperatura había bajado hasta los ocho grados. A pesar de ello, Jaime optaba siempre por despelotarse en esta coyuntura.

Aquí los dos fotógrafos de plantilla retratándose a sí mismos.

El paisaje era similar en bastantes aspectos al de los días anteriores: vistas de pájaro , montañas…..

Puentes colgantes

En esta jornada Juanma llegó al hotel Subaru un rato antes tras un viaje cómodo en bus y después de ser recogido en la parada por personal del hotel. Sin embargo, no le permitieron ir a la habitación hasta que llegaron todos. El caso es que al llegar salieron prácticamente a recibirnos a los alrededores al menos tres personas.  Las habitaciones eran estupendas, estilo japonés, con una terracita que daba a un jardín, todo muy limpio y con todas las comodidades, salvo el baño, sólo con lavabo y water, ya que para lo demás está el onsen. Allí no hicimos fotos porque no era cuestión de enseñar las verguenzas (no sólo las nuestras sino también las de las japos que se bañaban con nosotros) pero      aqui va el enlace.

Una vez alojados el rito de todos los días: baño en el onsen, que esta vez era más grande y con una piscinita de aguas termales al aire libre, donde los cansados recuperaron sus músculos y Juanma se tonificó sin necesitarlo. En la de mujeres había una especie de cuenco de piedra en el que cabían dos y que más o menos tenías la sensación de estar cociéndote en una olla caníbal. Muy gracioso y las aguas debían tener propiedades especiales por el olor y el sabor, ya que se podían beber.

Fijamos la comida para las 18:30, confirmando así el cambio de ritmo. Estamos desayunando a las siete de la mañana, tomando horas después el picnic que nos dan y haciendo la última comida a media tarde. Después en general nos vamos a la cama prontito (nueve, diez de la noche, depende), pero hoy no iba a ser así.

El Subaru contaba con karaoke, algo que apasiona a los japoneses, y algunos subieron a ver el ambiente.

Era una sala pequeña y allí cantaban varios grupos de paisanos locales. Poco a poco nos animamos, unos a cantar comme il faut (María José, obviamente), otros a hacer lo que podían y hasta hubo quien bailó con un japonés lanzado (el que traballa polo país) y una de las chicas con una japonesa.

Interactuamos perfectamente aunque las letras de las canciones en español no había por donde cogerlas y el “cielito lindo” “cucurrucucú” “bamboleo”…etc (todo muy moderno, cual se puede ver) nos salían un poco extraños.

Pero no problem…los japos aplaudían igual y estaban entusiasmados.

Lo cierto es fueron muy cordiales, querían invitarnos a cerveza y uno que llevaba una petaca de sake se desvivía por rellenar nuestros vasos.

Poco faltó para acabar entonando juntos el Asturias patria querida… Un rato agradable y distendido.

Dada la forma de ser de los japos, la encargada del hotel, la única que habla inglés de la plantilla, estuvo toda la cena y el resto de la velada pendiente de nosotros, para atendernos. Se preocupan tanto que cualquier petición que no pueden resolver les provoca una gran angustia, cosa que comprobamos en la cena. Por eso tenemos que actuar con mucho cuidado, aunque en un grupo de quince es difícil de conseguir a veces.

 

En la cena probamos el vino por primera vez en Japón. Era francés y aunque nada especial nos supo a gloria. Respecto a la comida, nuevo derroche de platos, cuenquitos, variedades de comida, ¡puff! Hubo pescado, carne (pollo en una cazuela de barro que cada uno guisó con fuego ante su plato), pescado crudo, una especie de puding, ensalada... Quizás la mejor hasta la fecha. Tampoco estuvo mal el desayuno, para el que negociamos incluir café y pan tostado; nos apetecía a todos y les pedimos por favor que nos liberaran del omnipresente arroz. No entendieron bien la petición: `¿En España no tienen paella?’ preguntó Thia, nuestra adjunta. Por supuesto, pero no la comemos a diario .

El broche final fue el cumpleaños feliz que se le cantó a una de las mejores cosechas del 55, sino la mejor, que cumplía 55 tacos. Paco sin duda nunca había cumplido años tan lejos. Marién, lo mismo se te queda por aqui...

No quiero olvidarme de comentar el uso tasado de las zapatillas, que nos aturdía al principio pero al que poco a poco vamos acostumbrándonos. El sistema es el siguiente: al llegar a una casa te descalzas y utilizas las babuchas que tienen en la entrada, pero si vas al baño las dejas fuera y usas unas de plástico que están dentro. En el Subaru había una tercera categoría, también de plástico pero de otro color, para ir al onsen… Y, por supuesto, al entrar en el tatami de la habitación donde se duerme o come (es más bien un suelo de esteras) hay que descalzarse del todo. Una etiqueta complicada que ellos tienen perfectamente interiorizada. Sufren cuando nos equivocamos/olvidamos, algo que sucede con harta frecuencia y no es para menos porque prácticamente se necesita un libro de instrucciones.

Para otro día dejó el asunto de los WC, bueno, más bien de las tazas de WC. El sistema es complicado o más bien sofisticado, pero muy agradable y limpio. Xa falaremos, pero hay quien preguntaba si podía comprar una para llevársela a España.

Por cierto, mención especial a nuestros fotógrafos, los dos "Al",

 Álvaro

Y Alfonso

 que tienen buenas cámaras y pasan parte de su tiempo inmortalizándolo todo.