viernes, 15 de octubre de 2010

(3) En Koyasan, el epicentro del budismo japonés

Es difícil saber para un recién llegado si Koyasán puede ser para los budistas del Japón algo parecido a lo que representa el Vaticano para los católicos, pero algo parecido debe ser. En este lugar de las montañas del sur del país se amontonan un centenar de templos, algunos de ellos espectaculares y también el cementerio más famoso de Japón, donde existen 200.000 tumbas. Aquí estamos en la puerta de nuestro templo, el "ECOIN".
Entre ellas las de la persona que creo la secta budista japonesa tras años de estudio de esta religión en China, Kobo Daishi, también llamado Kukai, quien aunque murió hace muchos años no está enterrado sino meditando eternamente, como luegos explicaremos.

Llegamoa a Koyasán sobre las once de la mañana tras un desplazamaiento de libro desde Wakayama, cogiendo dos trenes y una especie de funicular.
Desayunamos a las siete en punto en el hotel, esto es, a la hora en que se abría el comedor. Fue un desayuno que nos encantó, una especie de bufet oriental con bollería, yogur, pescado, verduras, sopas y varias cosas más con las que prácticamente nos montamos una de las comidas del día.


Después, andando pero rápidos para la estación ya que a las 8,19 (lo que aquí son las 8,19, no las 8,20 y muchos menos las 8,21) salía el tren para Hashimoto. Después, transbordo para la base de la montaña en la que se encuentra Koyasán y desde aqui en un funicular de una pendiente mosqueante hasta 820 metros de altura. Una vez arriba estamos a unos dos kilómetros de esta conurbación religiosa, pero es obligado tomar un autobús: es una carretera de montaña y prohiben el desplazamiento a pie.

En el camino desde Wakayama es sencillo observar como llamamos la atención de la gente: una quincena de occidentales más altos y voluminosos que ellos, cargados de gruesas mochilas y, sobre todo, más ruidosos que un millar de japoneses. Por mucho que lo intentamos no logramos evitar que primero nos oigan y luego nos vean: nuestro volumen siempre nos precede aunque tratemos de cortarnos.


En Koyasán localizamos sin problemas el templo donde nos hospedamos, atendido por monjes. Aquí nos toca dormiremos sobre el suelo, en  las típicas habitaciones japonesas, sin otros muebles que una mesita y unas esteras y delimitadas por puertas correderas por tres de sus lados; dos dan a otras habitaciones similares, con lo que la configuración puede modificarse según capricho o las necesidades, y la tercera al pasillo. Mucha intimidad no es que haya pero el  sitio es encantador.
Como en los hogares japoneses, el calzado queda en la puerta y allí existe un surtido de zapatillas para moverse por el interior. Eso sí, al llegar a la habitación quedan igualmente fuera y se anda descalzo . En el baño otro tanto de lo mismo pero existen zapatillas de otro color (para no confundirlas) pues no es cuestión de desplazarse descalzo por lugar tan delicado.
En el templo la estancia incluía cena (17.30 horas) y  previamente ofrecieron un cursillo acelerado de meditación (quince minutos de teórica y quince más de práctica) que cuatro del grupo que lo intentaron no interiorizaron en exceso.

La cena si que fue todo un espectáculo, cuestión gastronómica al margen (pido perdón a los puristas). Una habitación rectangular amplia con dos filas de cojines a cada lado para los quince del grupo. Delante, dos mesitas bajas para las viandas de cada cual, todas ellas surtidas con la totalidad de la cena desde el principio.

Una vez acomodados en cuclillas, asentados sobre las piernas o cada uno como buenamente pudo comenzó el refrigerio. En medio, uno de los monjes acuclillado pendiente de todos que lo primero que hizo fue entregarnos la bebida (cerveza, zumo o un sake muy diferente al que conocíamos de solo quince grados y tomado algo caliente).

Cada vez que el monje llegaba ante uno de nosotros se acuclillaba, nos servía con una sonrisa y a levantarse para atender a otro. Era joven pero con una flexibilidad llamativa.

De la comida, decir que tomamos verdura, arroz, algas, tofu, té, ramen y sopa, manzana y alguna otra cosa difícil de identificar, y por supuesto con palillos. Era vegetariana en su totalidad y a ninguno nos encantó pero dimos buena cuenta de todo.




En las horas que mediaron entre la instalación en el templo y la cena recorrimos algunas zonas de Koyasán. Es difícil describir los templos y mucho más una localidad tan especial. Casi es mejor que os fijéis en las fotos y tratéis de haceros una ideas. Hay muchos templos y tienen alrededor multitud de construcciones; todos están construidos en madera, son de gran tamaño y con unos tejados en pendiente de lo más llamativo.




Entramos en un par de ellos, recorrimos sus interiores y en uno nos apuntamos a la ceremonia del té en el que un prócer budista ofrecía un sermón. Aguantamos un rato, hasta que acabamos el té y la pastita per cápita que nos dieron, y luego nos marchamos ya que los japoneses se reían y pensamos que podía ser por nosotros.

Si los templos impresionan, de ahí para arriba el paisaje y los árboles: todo es un inmenso bosque con cedros centenarios y multitud de arces de todos los pelajes. Es un deleite y se complementa con los jardines y los casi grupos escultóricos que han formado con los árboles. Los trabajan a conciencia, de una forma que parecen naturales pero es imposible que existan árboles en el que las ramas formen una especie de  bandejas superpuestas. También en un templo vimos el que dicen que es el jardín zen más gran de Japón con dos mil y pico metros cuadrados.

Para la noche teníamos reservada una sorpresa: contratamos con los monjes una visita a las 19,30 al cementerio, ya noche cerrada. Pensamos que tendría algún interés, pero no tanto. Es gigantesco pero además del tipo de tumbas impresionan los cedros de más de 800 años que lo pueblan. El monje hizo de guía en inglés, pero eso queda para la próxima entrada que por hoy ya llega. Aquí una muestra de lo guapos que estábamos con nuestras "yukatas" después de bañarnos en el onsen.

Mañana por la mañana, a las seis y media, asistiremos a una ceremonia budista y, a continuación, a otra del fuego. Después desayunaremos y a emprender el camino, perdón , el Kumano que ya nos está llamando. En el suelo, como podéis comprobar, vamos a dormir. Buenas noches.

16 comentarios:

  1. Me parto con la poca pinta de japoneses que tenéis. Pues yo creo que la comida tiene buena pinta! aunque me da un poquito de pena el camarero/atleta que se pasa el rato agachándose.
    Lo de que llaméis la atención creo que no me extraña mucho: ¡Tiembla Japón!

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  2. HOLA CHICOS Y CHICAS. ESTAIS AUTENTICOS.
    YA PODEIS DECIR QUE SOIS LOS "GALLEPONESES".
    ME HUBIERA GUSTADO VER AL GALLEPONES PACO SAM CON SU KIMONO, LA PROXIMA VEZ QUE SE EXHIBA, POR FAVOR.
    BESITOS PARA TODOS. MARIEN

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  3. Nos alegramos mucho de veros tan estupendos y en un sitio maravilloso, os agradecemos que compartais vuestro viaje con nosotros, yo tambien estoy en Japon y me he ahorrado el avion, pero he meditado y probado comida vegetaria, además de estar en sitios tan limpios y austeros. He disfrutado de las cronicas . Es todo como dice Carlos "precioso..." Maribel y Carlos desde Peitieiros.

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  4. jajaja, prepararos, con esas paredes en las habitaciones y con los ronquidos de uno que yo me se.
    Cheche.

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  5. Los hombres de O'Neil y Hommer dicen15 de octubre de 2010, 23:27

    Que guapas y Guapos estais,decidle a Jaime por favor que pida una bata o como se llame para mi ,o sea para hombres.
    Espero que Juanma lo lleve bien

    Buen "KUMANO"

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  6. jaja, pues muy acertado el comentario de cheche. Los japoneses van a pensar que la cultura española (o gallega) comienza con sonidos "musicales" nocturnos un poco estridentes.
    La verdad es que tiene todo muy buena pinta, hasta la comida. Las fotos muy chulas.

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  7. Para Beni: Es casi más fácil y más barato hacer Vigo-Japon que ir a Oporto. Leer noticia.
    http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/15/galicia/1287161465.html

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  8. Qué pasada los templos y la comida, lo de la meditación tiene que ser curioso...cuando podáis contad cómo medita "eternamente" Kukai que me he quedado con la intriga. No me extraña que llaméis tanto la atención, pero anda que no vienen por estos lares occidentales grupos de japoneses a los que los preceden miles de flashes de sus cámaras! la comida tiene buena pinta, bueno muchos besos a todos, que comencéis el camino bien!

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  9. Que maravilla de Pais¡¡¡¡Desde las Canarias les estaremos siguiendo hasta encontrarnos. Las fotos preciosas y veo que estan super adaptados. ¡fenomenal trabajo Juanma¡ Recordar que es el Pais del silencio y meditación, menuda la llevamos.
    Un Abrazo grande y "Buen Camino"

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  10. ¡Que bonito todo! Ejem...una pregunta prosaica: ¿cómo son los servicios en el templo?
    Elena

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  11. Kukai para no reconocer que ha muerto. Es una especie de subterfugio que utilizan. Para seguir con el jueguecillo, a diario le llevan comida y nadie entra dentro del recinto. Nos quedamos con las ganas de preguntarle al guía si la comida que le dejan desaparece, pero era difícil de noche, tras una larga visita y en un grupo tan numeroso.

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  12. En el comentario anterior tras el nombre de Kukai figuraba entre comillas medita eternamente, sin la que la frase carece de sentido. Respondo así a la duda de Milena

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  13. las anónimas preguntan: ¿Alfonso a ti no te dieron mandilón de cuadros? besos y cuidate, no se te ve sano con la cinta de KUNFU PANDA

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  14. Pues sí que lo pasáis mal ehhh

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  15. En el libro Sushi Monogatari (Cuentos del rollito de arroz) dice el maestro a su discípulo:
    -El cansancio del caminante es como la grulla en la taza de té o la hoja del gink-go sobre el arco del samurai.
    -Y eso que quiere decir, maestro.
    -Ni puta idea, pero ya sabes que los japoneses siempre decimos chorradas poéticas.

    ¡Que no decaiga!. Xesteira.

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  16. Sostiene Pereira (Alfonso) que una piedra del camino le enseñó que si destino era rodar y rodar. Era, evidentemente, la famosa y didáctica piedra rondante, también conocida como la Rolling Stone.

    ¿Venga, que siempre falta menos!.

    Xesteira

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