martes, 30 de noviembre de 2010

(18) Curiosidades, despedida y cierre


Hemos pasado tres semanas en Japón, en zonas rurales y urbanas, en las que hemos sufrido en ocasiones el choque entre nuestra cultura y la de este país oriental. También las diferencias de comportamiento y de forma de ser. Nuestra visión del país y el resumen del viaje ya figuran en el blog, pero hubo algunas cuestiones puntuales que quedaron fuera. En esta última entrada las ponemos sobre la mesa.

PAPELERAS Y LIMPIEZA

Es sabido que los japoneses son ordenados, organizados y que buscan por encima de todo el consenso y la armonía. También puede decirse que son limpios y amables. Una buena prueba es que en el Japón actual, en la parte que hemos visto, en ciudades grandes y en pueblos pequeños,  no existen las habituales papeleras. Solo en lugares muy puntuales, y también en algunos sitios ceniceros en los que casi no puede meterse nada salvo una colilla de cigarrillo.



Pese a ello no se ve un papel en el suelo en este país megalimpio. La gente se los guarda en el bolsillo y se deshace de ellos en casa o en su trabajo. A veces en el viaje bromeábamos a ver quien encontraba el primer papel tirado, un descubrimiento costoso. No hay nada en el suelo (ni siquiera hojas en el otoño, que los jardineros barren y recogen con dedicación), pero tampoco pintadas en las paredes, ni un mal cartel ni costurón alguno.

Con este panorama no es de extrañar que nadie hiciera caso a los repartidores de publicidad callejeros. Aquí la recoges y normalmente la tiras en la primera papelera. Como allí no hay papeleras, es mejor no coger nada porque si no, te las ves y te las deseas para deshacerte de los papeles.

Sí vimos algunos carteles de publicidad política, sujetos con unas pegatinitas en las esquinas que después se retiraban con cuidado sin dejar la menor huella. Fue la única excepción y totalmente controlada. En los alojamientos que utilizamos la limpieza era siempre excepcional.

HIGIENE PERSONAL Y ONSEN

Esta preocupación por la limpieza se extiende a lo personal. El ritual del baño (hasta varias veces al día)  es una necesidad para los japos, como una purificación para seguir enfrentándose a la vida. Como os hemos contado, primero se duchan (de forma colectiva y separados por sexos) y después se dan largos baños de agua caliente en los onsen.


De hecho a la entrada de los templos había siempre una zona para lavarse-purificarse, con unos cacitos dispuestos para ello.


Existen onsen en los alojamientos públicos, pero también en las casas aunque de tamaño adaptado, lógicamente. Para acudir se ponen las yukatas, (nos habéis visto con ellas en las fotos), una especie de batín largo hasta los pies, con los que se mueven sin problema alguno por los hoteles.
 

Nos llamó mucho la atención las tazas del WC. Vimos dos modelos: el tradicional, algo así como un agujero en el suelo que se utiliza agachado, similar al que antaño existía aquí aunque de diferente configuración, y el moderno, una tecnotaza llena de cables y tuberías.



Se diferencia de las nuestras en un panel de mandos lateral que permite que una vez terminada la operación chorritos de agua (con un sistema diferente adaptado a la anatomía de hombres y mujeres) te limpien el culito y después aire caliente lo seque. Para mayor sofisticación, el plástico de la cubretaza en la que te sientas se calienta con un sistema eléctrico. Solo puedo decir que nos acostumbramos a esta novedad de inmediato, y que es práctica e higiénica.

TABACO

Como en casi todos los países desarrollados existen restricciones. Prohibido en estaciones o centros comerciales y parcialmente (muy parcialmente) en locales de hostelería. Normalmente reservan plantas diferentes para fumadores  y no fumadores, y en ocasiones comparten la misma sin división alguna, por lo que la medida es entonces claramente ineficaz.

En el centro de Kyoto vimos esta especie de marquesina dispuesta para los fumadores.
 

Lo que nos llamó la atención fue que en ciudades como Kyoto o Tokyo hay grandes áreas, barrios enteros, en los que está prohibido fumar en las calles. Existen carteles donde se delimitan las zonas, y señales de prohibición colocados en aceras y paredes. En la imagen superior, algo sorprendente a nuestros ojos: ¡un punto de fumadores cubierto... en plena calle!. Sorprendente.

Fue una sorpresa la relativa flexibilidad en lugares cubiertos y esta rigidez en los públicos. En ocasiones vimos gente que incumplía la prohibición, pero no tenemos datos para saber si realmente se cumple, aunque parecía que bastante.
 

PACHINKO

Tienen los japoneses una fiebre por el juego que se evidencia en los pachinkos, establecimientos que florecen por las ciudades a nivel de calle y que ocupan a veces edificios enteros. 

No sabemos bien como funciona el juego, pero al abrir la puerta hay docenas de personas enganchadas a máquinas tipo tragaperras a las que golpean en estado de excitación. En estos locales la música es atronadora, tanto que cuando vas por la calle y se abre la puerta de un pachinko el ruido es tremendo.


En el exterior se localizan por sus llamativos neones. Existen desde los años 50 y, según la guía, es el juego del millón vertical en el que cientos de bolas se abren camino entre pasadores y agujeros sobre una chillona superficie; allí los clientes se pasan las horas muertas haciendo girar un tirador con la mano disparando las bolas.
CONSUMISMO Y PUBLICIDAD

No hay grafitis ni suciedad, pero lo de los carteles publicitarios es otra cosa. Es una sociedad megaconsumista y la publicidad lo invade todo. La americanada del Halloween estaba presente por todas partes.


En los restaurantes resulta muy práctico que en la entrada te pongan réplicas exactas, en plástico, de lo que puedes comer. Llegado el caso, sólo hace falta señalar con el dedo lo que quieres.


Los tejados de las edificios, las calles y cualquier lugar al que mires. Si entras en un supermercado el techo está atestado de cartelitos y visto de lejos es lo único que se aprecia.

En los centros comerciales también están llenos e incluso hay personal paseando por el interior portando carteles, algo esto último que también pasa en las calles.



Desde luego resultaba agobiante.
 

Los domingos en las ciudades pueden equipararse a los lunes nuestros.

La actividad en el centro era similar, o incluso mayor, a una jornada laborable, con los locales de ocio, hostelería y comercios abiertos en su totalidad.


Para el turista puede resultar cómodo, pero es un modelo poco atractivo.

Eso sí, los jóvenes crean tendencia y, en general, su aspecto era cualquier cosa menos descuidado.

Tanto chicas como chicos vestían como si fueran de fiesta a plena luz del día.


Alvaro se dedicó a fotografiarlos con disimulo aunque, para decir la verdad, cuando les pedimos permiso, no pusieron en general ningún problema.





MASCOTAS

No vimos muchos perros, bastantes menos que en cualquier ciudad occidental, pero en ocasiones contemplamos escenas cuasicómicas.

Muchas veces las escasas mascotas iban vestidas a la última, algo que por aquí empieza a ser también frecuente. Los modelazos de los chuchos éstos, costaban entre 80 y 100 euros en las tiendas del ramo.


Pero no lo es que los paseen en unos carritos que parecen de niños y que les ofrezcan agua en biberones.
Al bajar de un barco que recorre la bahía y el río de Tokio, una pareja llevaba un carrito que de lejos pensamos transportaba niños. Al momento comprobamos con estupor que de ahí salían  esos dos  chihuahuas, a los que ofrecían agua en biberón. Para completar, a los pocos minutos un grupo de mujeres llevaba varios perros todos muy bien cuidados.
La última tiraba de un carro de cierto tamaño en el que arrastraba a un cachorro de una raza enorme, que sin duda lo que necesitaba era pasear para fortalecer músculos y huesos. Su dueña no opinaba lo mismo y Alfonso lo miraba alucinado.

ESCOLARES

Nos encontramos grupos enormes de colegiales por todos los centros de interés turístico. 


Encantadores, no tenían ningún problema en saludarnos efusivamente.


Cuando van al cole llevan una cartera especial, igual para todos que por lo visto cuesta bastante cara pero les dura bastantes años, hasta que acaban la primaria.



Es como una seña de identidad, al igual que el gorrito o los uniformes.

APARCAMIENTOS, COCHES Y BICIS

En el Japón que conocimos hay un buenísimo sistema de transporte público, y por supuesto caro.


Es puntual y digno, aunque el interior de los autobuses no es una modernidad, pero está limpio y operan como relojes.Lo mismo se puede decir de los trenes y del metro, transporte este último en el que descubrimos alguna vez vagones específicos para mujeres, que así evitan achuchones no deseados en las aglomeraciones.

Lo normal es que vayan  atestados y quizás por ello no se ve en las urbes excesivo tráfico privado.

Tampoco vimos ningún aparcamiento subterráneo y sí muchos sobre la superficie. Paralelamente, en las calles no había demasiados espacios para aparcar y solo algunos reservados para lo que aquí sería la zona azul.

Al parecer en Japón necesitas antes de comprar un vehículo demostrar que tienes donde estacionarlo, lo que explicaría la escasa presencia de coches en las calles. Pese a lo anterior, también padecimos atascos al salir de Tokio para intentar ir al Fuji o camino del aeropuerto.

DESPEDIDA Y CIERRE

Y este blog cierra por haber terminado su función, contar un viaje maravilloso que recordaremos durante largo tiempo.

Taeko, una pequeña de siete meses, hija de español y japonesa a los que, casualmente, encontramos a la ida y a la vuelta en nuestro viaje , resume un poco el encuentro vital que hemos experimentado entre nuestros dos países, con su mirada seria y atenta y su pelo-pincho indomable que fue lo primero que nos llamó la atención.

Un encanto de chiquilla a la que apenas se le oyó un llanto a pesar de las largas horas de avión.
Al final, tras pedir permiso a sus padres para hacer la foto, decidimos convertirla en la niña de nuestros ojos en este nuestro año del Kumano Kodo, largamente esperado.

Gracias mil a los incansables fotógrafos del blog que jamás pusieron una mala cara cuando se les pidió una instantánea.





A las nuevas fichajes caminantes, que estuvieron, con mucho, a la altura de las circunstancias.

 
Al de la idea luminosa por el que hicimos este viaje maravilloso,


A una eficaz lectora de planos y conductora de multitudes


A alguien verdaderamente "grande" en todos los sentidos




A una persona cuya compañía es un lujo porque mira siempre en positivo.


A alguien querido y entrañable,  veterana caminante y  viajera.


A la simpática "loba de la Orotava".
Por no hablar del "palmero", genial contando chistes.


A la niña de la casa, Reina Mora, calladita, sí, salvo cuando habla y dicta sentencia...


A dos amigos verdaderamente "especiales".

A una veterana  esforzada y gran compañera

A la fantástica  tesorera y mejor cantante que reveló una habilidad inesperada como azote de palillos.

Y a su chico, que tan bien aguantó el tipo en las duras jornadas de turisteo nipón.


Y, de forma especial, a todos los y las  "japos" estupendos, atentos, corteses, educados y mucho más cercanos de lo esperado que encontramos en nuestro camino, siempre dispuestos a echarnos una mano. Entre ellos Noriko, nuestra guía de Hakone, que nos dejó en el hotel un cariñoso mensaje de despedida. Si alguien necesita una guía en la zona de Tokyo, que no dude en preguntarnos, su español es estupendo.


Y a Brad, por supuesto, al que desgraciadamente no tuvimos tiempo de hacerle una foto por lo que hemos tenido que robar ésta de Internet, aunque sabemos que no le parece mal.

Fuente: Kansai Scene Magazine

Descargado nuestro equipaje del minibús que nos dejó en el aeropuerto de Narita, en Tokyo, junto con el chófer, los blogueros cerramos las puertas y decimos otra vez gracias a los que habéis seguido este blog y ¡Hasta siempre!